La perversión se define clásicamente como desviación del instinto sexual. Su estudio sistemático se ha propuesto una clasificación descriptiva, una nomenclatura de las perversiones.
La relación del perverso con la Ley es particularmente significativa. Lejos de ignorarla producto de una supuesta debilidad del Super-Yo, el perverso provoca y desafía la Ley. Así, él se asegura de su presencia y de que siempre se encuentre alguien que se la recuerde y lo sancione, lo que denunciará inmediatamente como abusivo. Pero si el perverso provoca e interroga, más allá del aparato legislativo de la sociedad, a aquél que es el soporte familiar de la Ley, el padre , es igualmente alguien preocupado por establecer los fundamentos mismos de la Ley y se convierte fácilmente en moralista: Sade es un predicador, y todo perverso se descubre una vocación de educador o de iniciador. De la misma forma, la puesta en cuestión de los "valores" lo incita a rehacer y a reinterpretar la realidad comunmente observada en una transfiguración poética, artística o mística. Por ello, en estas actividades encontramos con frecuencia a los perversos.
Depravado en las costumbres.
Odiar tanto 'eso' que termines con ello, es lo que siempre ha pasado y siempre sucederá.
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